OPINIÓN.
Lo vuelvo a recordar: En tiempos en los que emprendía mi
apasionada experiencia periodística, los compañeros de las redacciones de Hoja del Lunes y Agencia Efe no paraban de repetirme la cantinela de que ‘solo son
noticia, las malas noticias’, ya que las buenas noticias carecen de relevancia,
porque entran dentro de la normalidad; razón por la que no interesa a los lectores, siempre ávidos
de devorar historias truculentas. Sin embargo, cuando me desvinculé de Efe, curiosamente
sucedió que empecé a escribir artículos de opinión en un periódico de Palma de
Mallorca, de contradictorio nombre, Buenas
Noticias, con el que colaboré durante unos años, hasta que la cosa se
torció, porque culpa de las malas noticias.
Picoteando en el revuelto panel de la actualidad informativa,
comprobaba estos días que no todo son malas noticias. Por ejemplo, me llamaba poderosamente
la atención la publicación de un reciente trabajo de investigación, realizado
por sesudos terapeutas en la materia, en el que se asegura que los hombres las
prefieran naturales. O sea, con la cara bien lavadita (sin maquillaje, ni
potingues), con los pies descalzos, con alguna arruga en la cara, sin silicona y
demás derivados en el tetamen y con algún que otro mechón de pelo blanco (sin tintes).
¡Justo lo que a mí me gusta! Toda esta serie de características femeninas, que
supuestamente agradan a los hombres de hoy en día, no deja de ser una noticia neutra,
ni buena, ni mala.
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