OPINIÓN.
Andaba yo el otro día cavilando, cuando sonó el timbre de casa
y, de repente, se me brindaba en bandeja de plata el argumento que no
encontraba para escribir algo que me rescatara del ostracismo. Era la cartera
del barrio que me pedía que le abriera la puerta de abajo para dejar la correspondencia
de los vecinos. Al cabo de un rato, bajé las escaleras y, en mi buzón, me topé
con un sobrecito que ya a simple vista me mosqueó bastante. Nada que ver con la
carta que el día anterior había recibido de mi respetado amigo Josep Mª Cadena,
maestro de periodistas, en la que me felicitaba efusivamente por la publicación
de mi libro “K11: Estación clandestina”, que había comprado en la barcelonesa
librería ‘Central’.
De entrada, la carta en cuestión me empezó a oler mal, por
dos razones en concreto. La primera, porque en el interior del sobre había un
ofensivo e intimidatorio mensaje anónimo, en el que se adjuntaba una fotocopia
del escrito titulado “Tapadera”, que el 11-10-2014 me publicó El Periódico. La
segunda, porque incluía un trocito de papel higiénico con restos de excremento. Tal como les cuento. Sin embargo,
ésta no era la primera vez que me hacían llegar semejante ‘regalito’; el pasado
verano ya había recibido otra carta similar que, asimismo, me inspiró el
artículo ‘Ladran, luego cabalgamos’ (El Far del Llobregat). Por el tipo de
letra, la policía piensa que ambos anónimos pudieron haber sido escritos por
una mujer.
En la denuncia que cursé oportunamente en la comisaría de los
Mossos d’Esquadra de El Prat de Llobregat, hice constar que, además de estas
dos misivas, también había recibido alguna que otra extraña llamada telefónica.
Al salir de las dependencias policiales, empecé a recordar tiempos pasados en
los que, siendo corresponsal en el Baix Llobregat de la desaparecida Hoja del Lunes
y de la Agencia Efe, recibía siniestras amenazas de muerte por parte de los llamados
‘Guerrilleros de Cristo Rey’; sin olvidar las querellas y demandas judiciales que
tuve que afrontar en aquellos años difíciles de la transición política española
y años posteriores. Los intolerantes de mierda no consiguieron antes intimidarme
y tampoco lo conseguirán ahora.Manuel Dobaño (Periodista). Puede leer también este artículo en El Prat al Día.
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