lunes, 22 de diciembre de 2014

Los cambios de una ciudad

 OPINIÓN.
Hubo un tiempo en el que los habitantes de El Prat de Llobregat presumieron de una floreciente agricultura que, durante años, fue despensa de Barcelona y abastecedora de los mercados europeos;  de haber sido los pioneros de la aviación en Cataluña y, posteriormente, de ser una potencia industrial, gracias, sobre todo, a la actividad fabril de La Papelera Española y La Seda de Barcelona. Con el transcurso de los años las cosas fueron cambiando poco a poco y, ahora, los expertos han encasillado a este municipio de la conurbación urbana barcelonesa en el sector terciario, o de servicios, en el que predomina la presencia de importantes empresas especializadas, principalmente, en el transporte y la logística.
Son los inevitables cambios de un territorio estratégico situado en medio de unas  infraestructuras tan potentes como son el puerto y el aeropuerto. Pero los habitantes de esta ciudad también tuvieron in illo témpore la oportunidad de presumir de más cosas. Por ejemplo, de sus casi desaparecidas masías, del camping Cala-Gogó y, ¡casi se me olvidaba!, de la emblemática granja de La Ricarda, un edificio modernista que ha sido reconstruido por AENA a la vera del barrio de Las Palmeras. Lástima que sus naves aún permanezcan vacías, motivo por el cual mi amigo (“El Cínico”), ha vuelto a meter baza para proponer que este espacio “sea destinado al gran museo local de la agricultura, la industria y la aviación”.
También en el ámbito deportivo, los pratenses pudieron sentirse orgullosos de la presencia del Real Club de Golf El Prat, una instalación socio-deportiva que ha sido cercenada por la mitad para posibilitar la expansión aeroportuaria. Durante un tiempo, la ciudad en la que vivo, asimismo, fue la cuna de la marcha atlética, una exigente disciplina deportiva en la que destacaron, entre otros, los atletas locales, Josep Marín, Daniel Plaza (medalla de oro en Barcelona’ 92) y Jordi Llopart (primer medallista olímpico del atletismo español). Pero, quizás, el cambio más espectacular que ha experimentado este municipio es que ahora nos podemos zambullir en una playa en la que antes no se recomendaba el baño. Y para poner punto y final a esta misiva, tan solo me resta desear unas felices fiestas a todos/as. Manuel Dobaño (Periodista). Puede leer también este artículo en El Prat al Día.

No hay comentarios: