OPINIÓN.
En la ciudad en la que vivo se ha podido ver estos días una
exposición sobre El Prat de los años 70 y, con este motivo, participé en un nostálgico
debate radiofónico en el que los tertulianos invitados recuperamos parte de
nuestros recuerdos más íntimos de aquel tiempo pasado, que no siempre fue
mejor. Compartí programa con un ex-concejal del PSUC y un ex-sindicalista y, como era de
prever, a los tres nos faltó tiempo para contar todas nuestras batallitas de cuando
éramos los reyes del mambo. “De pana y de campana”, es el sugerente
subtítulo de una muestra en la que se retrata
el perfil de los jóvenes de entonces y la evolución que tuvo la ciudad en los
últimos años del franquismo y de la transición
democrática.
Una gran parte de las historias que se destacan en la
exposición: conflictos laborales, movilizaciones en defensa del territorio,
crecimiento aeroportuario y lucha de los vecinos de Sant Cosme por un barrio
digno, tuve el privilegio de contarlas en la Hoja del Lunes y en la Agencia
Efe. Además, también en el plano personal, la década de los años 70 del siglo
pasado fue determinante: contraje matrimonio, promoví la modernización del
negocio familiar y formalicé mi pasional compromiso con el periodismo. A los
jóvenes de la generación de la postguerra nos tocó vivir una época verdaderamente
apasionante y, en algunos casos, las circunstancias nos obligaron a compaginar los
guateques con las reuniones clandestinas.
Mi amigo (“El Cínico”) me confesaba que lo que más echaba de
menos de aquellos inciertos años, es que ahora ya no puede leer la revista
satírica ‘La Codorniz’, y aprovechaba la ocasión para recordarme la memorable
viñeta de portada en la que aparecían dos venerables viejecillas, de un
pueblucho de la España profunda, criticando que la Eufrasia se atreviera a llevar
minifalda ‘debajo del tercer refajo’. Y esta era la clase de historias que se toleraban
en este país cuando se intentaba esquivar la feroz censura imperante en los lejanos
tiempos en los que reinaba ‘un fresco general procedente del noroeste
peninsular’, tal como también llegó a publicar en su día ‘la revista más audaz
para el lector más inteligente’.Manuel Dobaño (Periodista). Puede leer también este artículo en El Prat al Día.
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