lunes, 2 de marzo de 2015

En tiempos de ‘La Codorniz’

 OPINIÓN.
En la ciudad en la que vivo se ha podido ver estos días una exposición sobre El Prat de los años 70 y, con este motivo, participé en un nostálgico debate radiofónico en el que los tertulianos invitados recuperamos parte de nuestros recuerdos más íntimos de aquel tiempo pasado, que no siempre fue mejor. Compartí programa con un ex-concejal  del PSUC y un ex-sindicalista y, como era de prever, a los tres nos faltó tiempo para contar todas nuestras batallitas de cuando éramos los reyes del mambo. “De pana y de campana”, es el sugerente subtítulo  de una muestra en la que se retrata el perfil de los jóvenes de entonces y la evolución que tuvo la ciudad en los últimos años del franquismo  y de la transición democrática.
Una gran parte de las historias que se destacan en la exposición: conflictos laborales, movilizaciones en defensa del territorio, crecimiento aeroportuario y lucha de los vecinos de Sant Cosme por un barrio digno, tuve el privilegio de contarlas en la Hoja del Lunes y en la Agencia Efe. Además, también en el plano personal, la década de los años 70 del siglo pasado fue determinante: contraje matrimonio, promoví la modernización del negocio familiar y formalicé mi pasional compromiso con el periodismo. A los jóvenes de la generación de la postguerra nos tocó vivir una época verdaderamente apasionante y, en algunos casos, las circunstancias nos obligaron a compaginar los guateques con las reuniones clandestinas.      
Mi amigo (“El Cínico”) me confesaba que lo que más echaba de menos de aquellos inciertos años, es que ahora ya no puede leer la revista satírica ‘La Codorniz’, y aprovechaba la ocasión para recordarme la memorable viñeta de portada en la que aparecían dos venerables viejecillas, de un pueblucho de la España profunda, criticando que la Eufrasia se atreviera a llevar minifalda ‘debajo del tercer refajo’. Y esta era la clase de historias que se toleraban en este país cuando se intentaba esquivar la feroz censura imperante en los lejanos tiempos en los que reinaba ‘un fresco general procedente del noroeste peninsular’, tal como también llegó a publicar en su día ‘la revista más audaz para el lector más inteligente’.Manuel Dobaño (Periodista). Puede leer también este artículo en El Prat al Día.

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