OPINIÓN.
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Manuel Dobaño y González Ledesma |
El pasado 2 de marzo de 2015 fue una fecha particularmente
triste para mí, porque fallecía el periodista, escritor y amigo, Francisco
González Ledesma, el abogado que en tiempos de la transición democrática había
designado la entonces denominada Asociación de la Prensa de Barcelona para que
me asistiera en la querella que me habían interpuesto unos dirigentes vecinales
que consideraban injurioso y calumnioso el contenido de una crónica que había
publicado en la desaparecida Hoja del Lunes. Los sabios consejos del letrado,
que me insistió que no me olvidara de apelar al clásico animus injuriandi, me ayudaron a serenar mi espíritu y, después de
varias comparecencias judiciales, el caso se archivó sin mayores sobresaltos.
En el feliz reencuentro que tuvimos en Vigo el año 2007, con
motivo de la celebración de la asamblea de la Asociación Profesional Española
de Informadores de Prensa, Radio y Televisión (APEI/PRTV), rememoramos viejas
historias y aprovechaba la ocasión para hacerle una relajada entrevista. Por
encima de sus éxitos literarios y de su azarosa existencia, Francisco González
Ledesma era una persona sencilla, cordial y un gran conversador. Tal como se ha
publicado profusamente estos días, el ‘padre’ del escéptico y decadente inspector
Méndez del Paralelo y del Barrio Chino barcelonés, estaba considerado, junto a
Manuel Vázquez Montalbán, como uno de los impulsores de la novela negra de
denuncia social en la España franquista.
El ganador del Premio Planeta del año 1984, con su novela
“Crónica sentimental en rojo”, me
confesó en tierras gallegas algo que ya sabía de antemano, que no existe la
libertad de expresión, porque detrás de cada proyecto editorial, “hay una
empresa que está sujeta a toda una serie de intereses comerciales y, además,
hay dinero público de por medio” y, en consecuencia,” el periodista de ninguna
manera puede escribir lo que quiere, porque es un obrero que se esfuerza en
hacerlo lo mejor posible, que intenta reflejar la verdad y no siempre le dejan
hacerlo”. Con mis mejores deseos de que descanses en paz en las praderas de la
gloria literaria, mi querido amigo Silver Kane. Manuel Dobaño (Periodista).Puede leer también este artículo en El Baix al Día.
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