OPINIÓN.
El teóricamente lluvioso mes de abril se despidió
discretamente en la ciudad en la que vivo, más bien con muy pocas
precipitaciones, para dar paso a un florido y hermoso mes de mayo, que se
presenta cargado de prometedoras brisas de bonanza económica y de infumables actos
electorales por doquier. A tal efecto, nuestros políticos se han juramentado
para recuperar la credibilidad perdida e intentar extirpar de raíz la maligna
víscera de la corrupción. El siempre agradecido garbeo vacacional del pasado
puente del 1 de mayo, sin duda, habrá servido para apaciguar los exacerbados
ánimos del personal, que está que echa
humo de tanto goteo diario de noticias relacionadas con la falta de
trasparencia en la gestión de la cosa pública.
Y para acabarlo de
adobar, sucedía que el Ministro de Justicia, Rafael Catalá la liaba con unas
declaraciones en las que proponía ‘sancionar con firmeza’ a los medios de
información que filtraran sumarios judiciales. De esta manera, el periodismo de
investigación, del que tanto alardeara en sus buenos tiempos el ínclito Pedro
J. Ramírez, corría el peligro de quedarse como el famoso gallo de Morón, o sea,
sin plumas y cacareando. Los que durante años nos hemos dedicado al noble
oficio de contar lo que sucede, siempre hemos recurrido a las fuentes de la
noticia (policía, juzgados, etc.) para puentear la información periodística.
Menos mal que, al final, parece que va a prevalecer aquello de que la libertad
de expresión no se toca.
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