OPINIÓN.
En mi diario deambular a través de las páginas de los
periódicos, no son pocas las historias que han logrado despertar especialmente mi
atención. Los que durante tiempo nos hemos dedicado al noble oficio de contar lo
que sucede, siempre hemos procurado verter en el titular de la noticia la
esencia de la misma, en ocasiones, ribeteado de una cierta dosis de
sensacionalismo. La portada del diario y, más concretamente, la originalidad de
sus titulares, es lo que verdaderamente llama la atención al lector y, por
tanto, es lo que vende. Sin embargo, frente a la llamada prensa amarilla, que afanosamente
busca un titular de rompe y rasga, convive una prensa seria que se esfuerza,
sin trampas, en informar objetivamente.
Y para ilustrar este concepto periodístico, nada mejor que incluir
algunos ejemplos, que los hay para todos los gustos. Hace bastantes años, leía
en alguna parte la famosa anécdota, acontecida en un conocido hotel madrileño y
protagonizada por el torero Rafael ‘El Gallo’.
“¿Quién es aquel gachó con pinta de estudiao?”,
aseguran que inquirió el matador señalando, nada más y nada menos, que a José Ortega y Gasset, a lo que alguien le
respondió: “es filósofo”. “¿Filo qué, ezo
qué é?”, para rematar acto seguido con
su conocido comentario de “¡hay gente pa
tó!”. Valga, pues, esta surrealista frase del legendario diestro de etnia
gitana para aseverar que, efectivamente, hay personajes y noticias para todos
los gustos.
Un servidor ya relató en su día, entre otras, la asombrosa
historia de la cabra ladrona y la del féretro del presidente de Gabón, Omar
Bongo, que no cabía en la atiborrada bodega del avión, porque iba cargada
‘hasta las cachas’ de todo tipo de cosas; circunstancia que obligó al oficial
del Ejército del Aire del destacamento de El Prat a gritar: “¡el féretro o el
whisky!”. Más recientemente, me enteraba
de que en un centro comercial de Shangai se había habilitado una zona de
aparcamiento reservada exclusivamente para mujeres y que ésta era un metro más
grande de lo normal. Asimismo, el diario turco Milliyet publicaba que una mujer
turca deberá indemnizar a su marido con una multa de 1000 euros, porque éste se
había lesionado la mano al golpearla. “¡Apaga y vámonos y no me cuentes más
milongas!”, me soltaba mi amigo (“El Cínico”). La próxima semana, le daré un
toque a las nuevas corporaciones locales. Manuel Dobaño (Periodista). Puede leer también este artículo en El Prat al Día.
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