OPINIÓN.
Les voy a desvelar un pequeño secreto: a la hora de escribir
mis reflexiones periodísticas, lo primero que suelo hacer es sacarme de la
manga un titular, a partir del cual intento hilvanar a palo seco un texto de tres
párrafos de unas ocho líneas cada uno; un particular formato literario en el
que procuro condensar una determinada idea. Pero como estamos en plena canícula
estival y las neuronas tienden a dispersarse más de la cuenta, esta semana he
decidido hacer una especie de batiburrillo informativo con toda una serie de
noticias inconexas entre sí. Se trata, pues, de llenar una página en blanco,
tal como acostumbraba a hacer años atrás en la desaparecida Hoja del Lunes, cuando llegaban los
fines de semana de verano.
Más allá de los asuntos de rabiosa actualidad vinculados a
la crisis griega, el pacto nuclear de EE.UU. con Irán y el laberinto del proceso
político catalán, el mes de julio nos deparaba otras historias. Por ejemplo, el
caso de un hombre de 50 años, que moría al impactar un rayo contra su
palo-selfie, mientras se autoretrataba en el parque nacional de Brecon Beacons
en el sur de Gales. Por el contrario, este polémico artilugio evitaba la angustiosa
muerte dentro del mar de una joven norteamericana. Otra información destacaba
que solo Japón superaba a España en el ranking de esperanza de vida, con una
media de 86,6 años en Japón y 86,1 en España, y precisaba que las mujeres
españolas viven casi 6 años más que los hombres.
Y en medio de tanta variedad informativa, trascendía que el
príncipe saudí Alwaleed, sobrino del rey Salman, anunciaba que destinará toda
su fortuna (29.000 millones de euros del ala) a obras de caridad. Comentando
con mi amigo (“El Cínico”) la increíble capacidad que tienen algunos
privilegiados de manejar tan mareantes fortunas, se limitaba a decirme que para
según qué esta gente “es solo calderilla”, y me recordaba que Amancio Ortega, el
segundo hombre más rico del mundo, que reside en Galicia, había donado 20
millones de euritos a Cáritas. Antes de despedirse y desearme unas buenas
vacaciones, mi sarcástico amigo me aconsejaba que tuviera mucho cuidado con
“las pirañas esas que muerden los testículos”. Manuel Dobaño (Periodista).También puede leer este artículo en El Prat al Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario