Opinión.
Los atentados terroristas
de París del pasado viernes, 13, han desencadenado una creciente psicosis de miedo
en la sociedad occidental y ha eclipsado el resto de la cotidiana actualidad,
incluida la fecha del 20N, que se asocia a la muerte de aquel gallego bajito
que mandaba tanto. Los años han ido pasando, 40 exactamente, y ya casi nadie
habla de aquella ‘longa noite de pedra’
surgida tras la guerra incivil.Durante un tiempo, la sociedad española disfrutó
de un relativo bienestar, pero el panorama actual es bastante sombrío: una
galopante crisis económica y social auspiciada por un perverso y caduco sistema
neoliberal-capitalista. Y para completar tan cruda realidad, ahora mismo, se
vuelve a hablar de que estamos en guerra.
Los sucesos de Francia han
reavivado el fantasma de la inseguridad global que se instaló en el mundo tras el
11S de 2001, hasta el punto de que es motivo de estampida una simple mochila
abandonada o un ruido extraño que se escucha de repente. Las sirenas de
simulacro de riesgo químico, que sonaron en la ciudad en la que vivo el pasado
día 19, espantaron a más de uno. Algo habremos hecho mal, cuándo se ha llegado
a tal extremo, se pregunta el personal. “Sí, sobre todo, los países más
poderosos que han intervenido en conflictos armados para dejar las cosas peor
de lo que estaban”, se lamentaba mi amigo (“El Cínico”), quien también
criticaba que no se haya controlado el tráfico de armas, ni el del petróleo y que
tampoco se haya sabido resolver la integración de los emigrantes “que viven
hacinados en guetos y sumidos en la pobreza”.
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