lunes, 9 de noviembre de 2015

Diferentes clases de basura

 Opinión.
Lo reconozco, con el transcurso de los años me he vuelto un poco quisquilloso y, según mi querida esposa, algo cascarrabias, pero la pócima milagrosa que te libera de la gilipollez de la fugaz juventud  y te conduce a la sabiduría de la madurez, acostumbra a transformarte en un ser más meticuloso y observador de lo que pasa a tu alrededor, una cualidad que va más allá de la legítima pretensión de triunfar en la vida. Sirva este particular preámbulo para centrar la cuestión que pretendo plantear a continuación, y que tiene que ver con las diferentes clases de basura que se suele acumular, no solo en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades, sino también la que anida en la mente de algunos de sus habitantes más poderosos.

Sabido es que la limpieza de la vía pública no es precisamente una cualidad que caracterice a algunos enclaves geográficos del sur de Europa, incluida la península Ibérica, donde la gente vive más en la calle. Los expertos acostumbran a señalar que se trata de una cuestión cultural. “Sí, sí, pero de falta de cultura, tanto en el ámbito familiar como educacional”, me enfatizaba días atrás mi irreductible amigo y vecino (“El Cínico”). Sin ir más lejos, las calles de la ciudad en la que vivo acostumbran a estar sembradas de colillas, papeles, defecaciones caninas y de todo tipo de desperdicios que sirven de pasto a las palomas, “esa especie de ratas voladoras, que no cesan de reproducirse y de dejarlo todo hecho una auténtica mierda”, apostillaba mi amigo.   

Al margen de la incontrolable basura marítima y espacial, cabe preguntarse, ¿qué es lo que pasa más arriba de los países ribereños del Mediterráneo?, sencillamente, que la limpieza acostumbra a ser muy superior a la que se observa aquí abajo. Por ejemplo, en Suiza, lo primero que me llamó la atención fue precisamente la meticulosa limpieza que había en todo su entorno urbano y rural. Enseguida, alguien me advirtió, “¡no te se ocurra tirar nada al suelo, si no quieres pagar una multa!”. Pero en tierras helvéticas sucede que no todo es oro lo que reluce. “Es verdad, hay mucho oro, pero también hay mucha basura escondida en lo más recóndito de sus impenetrables  muros bancarios”, me cuchicheó al oído alguien que nada tenía que ver con el famoso Falciani.     

Y antes de poner punto y final a las diferentes clases de basura que nos rodea, aprovecho la ocasión para comentar una curiosa noticia, con la que se constata que casi toda la inmundicia de este mundo es susceptible de ser reciclada: “Un informe de la ONU calcula que el biogás de las heces podría servir para iluminar 138 millones de hogares en Indonesia, Brasil y Etiopía”. O sea, que el excremento humano, contraviniendo su despreciable nombre (vulgarmente, denominado mierda), podría convertirse en la próxima gran fuente de energía mundial. No es necesario recordar que la muy despreciable élite de evasores de impuestos prefiere reciclar sus negras deposiciones en protegidos paraísos fiscales. Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al día.

No hay comentarios: