lunes, 14 de diciembre de 2015

Entre el pollo y el bacalao

 Opinión.
Ya pasó de largo la ‘Purísima e Inmaculada Constitución’, tal como le gusta llamar mi amigo (“El Cínico”) al puente festivo que se iniciaba el pasado día 5 y concluía el 8 de diciembre; unas mini-vacaciones en las que la gente aprovechaba para echarse al monte y ensayar la gran orgía consumista navideña que se avecina. Para romper la siempre agobiante rutina diaria, los más pudientes dudaban entre calzarse los esquíes, perderse en algún balneario, o improvisar una visita turística no muy lejos de casa. “El despilfarro de los países ricos en esta época del año (Navidad) alcanza cotas de verdadero escándalo”, se lamentaba José Saramago en la entrevista que le hice (2006) para la Agencia Efe.

 Mientras tanto, en la ciudad en la que vivo se celebraba la 42 edición de la “Fira Avícola Raça Prat”, un tradicional certamen en el que se rinde culto a una prestigiosa estirpe avícola que ha sido reconocida por la UE con la IGP (Indicación Geográfica Protegida). Como era de esperar, por el recinto ferial desfilaban, en busca del voto indeciso, algunos candidatos catalanes que el venidero 20-D aspiran a ocupar poltrona en el Congreso de los Diputados. Pero la fiesta de la Fira Avícola no sería completa sin la degustación del pollastre. En el restaurante ‘Catalunya i Aragó’ me zampaba “pollo ‘potablava’ rustido al perfume de ‘meus amores’” y la guarnición incluía castañas gallegas. Para mí, una receta perfecta.     
    
No cabe duda de que el pollo que estos días se ofrecía en más de 25 restaurantes de la ciudad, nada tienen que ver con los que se crían en las granjas y cuya carne ‘no sabe a nada’. Aquel pollo de antes, que antaño fue manjar de ricos, ahora intenta recuperar su prestigio perdido. Con el bacalao sucede todo lo contrario, un pescado que en tiempos fue bocado de pobres y que desde hace años se ha convertido en una solvente oferta gastronómica. Y entre el pollo y el bacalao, casi se me olvidaba comentar que en la Fira Avícola había un stand dedicado a la nueva línea del metro (L9-Sur), una anhelada infraestructura que se pondrá en marcha, dicen, en febrero de 2016, y que unirá el aeropuerto de Barcelona-El Prat con la zona universitaria.Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.

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