lunes, 4 de enero de 2016

Atrapados en el laberinto

 Opinión.
La actual situación política de Cataluña, y la del resto de España, no tienen parangón en nuestra historia más reciente. Mantienen los expertos en la materia que la transición de la dictadura a la democracia fue modélica, pero el inexorable paso del tiempo ha hecho mella en una Constitución a la que las nuevas generaciones reclaman que se le haga un higiénico lifting. Con la excepción del número de carnet de identidad, que es para toda la vida, pocas cosas más permanecen inmutables en la vida. Por esta sencilla razón, cabe poner al día el texto de una Carta Magna que resuelva, de una vez por todas, el laberinto en el que ahora mismo se encuentra atrapada la res pública, o sea, la cosa pública del país.    
           
Cuando en su día me dejé caer por la barcelonesa Plaça de Catalunya para calibrar, en vivo y en directo, lo que allí se cocía al entorno del movimiento del 15-M del 2011, intuí que aquello podría ser el principio de algo que explotaría en pocos años. ‘La dignidad de los indignados’, recuerdo que fue el titular de la crónica de aquella singular experiencia periodística. Los últimas procesos electorales determinaron el fin de un gastado bipartidismo y el principio de un nuevo paradigma político en el que empiezan a estar representadas las emergentes propuestas ideológicas. “Los Podemos, Ciudadanos  y compañía, ya tendrán tiempo de evitar la tentación de corromperse cuando chupen poder”, sentenciaba mi amigo (“El Cínico”).  

Y mientras meditaba sobre cuestiones tan candentes, de repente acudía a mi mente la mitológica historia del laberinto de Creta, construido por Dédalo para esconder al Minotauro. Creta se me antoja la antigua Hispania y Dédalo el perverso arquitecto que intenta ocultar el Minotauro de la regenerada democracia española. El problema estriba en que los impulsores de la nueva política no acaban de ver claro sus futuras alianzas. A los que pretenden volar a Ítaca, desde tierras mesetarias les advierten que Ícaro ya fracasó hace siglos en su vano intento. Más todavía hay quien piensa que aún es posible huir del laberinto y viajar a Ítaca, sencillamente, porque las alas de Ícaro, que se ejercita en el Cirque du Soleil, ya no son de cera, sino de acero.   

PD/ Finalmente, los de la CUP han dictado sentencia en contra de la investidura como presidente de la Generalitat de Catalunya de Artur Mas y todo hace presagiar que habrá nuevas elecciones autonómicas en marzo. Y para acabar de adobar el oscuro panorama político que tenemos por delante, también siguen pintando bastos a la hora de saber quién será el nuevo presidente del gobierno español. O sea, que seguimos atrapados en el laberinto.Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al día.

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