Opinión.
Aeropuertos fantasmas,
estaciones del AVE ruinosas, autopistas semidesérticas y, para mayor gloria y honra de las chapuzas
nacionales, se ha publicado que la Junta de Andalucía ha construido en Lepe un
hospital al que no se podrá acceder por falta de carretera y tampoco, hoy por
hoy, dispone de las necesarias conducciones de agua y electricidad. “¡Ole, ole
y ole, es que somos la leche!”, me largaba mi inefable amigo (“El Cínico”),
medio tronchándose de risa. Él, que se creía que la guasa esa que se atribuye a
los leperos, solo son “ganas de joder la marrana”, está ahora convencido de que
tan verídica historia dará sobrados argumentos para que los humoristas de turno
sigan choteándose de los habitantes de esta localidad onubense.
A propósito de Lepe, y
para forzar la sonrisa del personal en este incierto principio de año, no he
podido resistir la tentación de recordar un par de chistecitos con denominación
de origen de aquellas tierras andaluzas: ¿Por qué los de Lepe meten el
periódico en la nevera?, pues para leer las noticias más frescas. Y este otro:
Un vecino de Lepe va al cine y la taquillera le dice: “Joven, esta es la 6ª vez
que compra la entrada”, y le contesta: “Ya, es que el malaje de la puerta me la
rompe”. Bromas aparte, lo cierto es que cuando a alguien le clavan un sambenito,
luego es muy difícil sacudirse el tópico de encima. Pero que conste que no solo
Lepe es motivo de cachondeo, ya que en otras muchas partes se cultiva el humor fino
y la sana ironía.
Esta no es la primera vez
que saco a relucir los buñuelos, los bodrios, los churros, los apaños, los adefesios,
los parches, las birrias y demás derivados de la chapucería patria. Noticias, como
la del hospital de Lepe, no solo están vinculadas a las grandes infraestructuras,
sino que también afecta a otros ámbitos de la sociedad, tales como el político,
el judicial e, incluso, el religioso. Ninguno de los citados estamentos es ajeno
a los patinazos que suelen protagonizar los que gobiernan, sentencian, o dictan
doctrina divina. Y, ya para ir acabando esta primera misiva del 2016, me he permitido
la licencia de rendir un simbólico gesto de desprecio a las chapuceras esculturas
que impunemente han plantado en rotondas y demás espacios públicos del país.
PD/ No quisiera cerrar
esta crónica, sin antes hacer un pequeño comentario sobre la noticia bomba que
se producía el pasado sábado, día 9. Tras una compleja y, en cierta manera,
chapucera negociación, a ultimísima hora del tiempo legal establecido, los
partidos soberanistas catalanes alcanzaban un acuerdo de gobernabilidad que evitará
nuevas elecciones autonómicas. La sorpresiva noticia, sin duda, determinará un
cambio de estrategia negociadora en la también convulsa política española. Manuel Dobaño
(Periodista).También puede leer este artículo en El Prat al día.
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