lunes, 8 de febrero de 2016

Radicalismos en la tercera fase

Opinión.
Conforme voy consumiendo etapas de mi efímera existencia, noto que me estoy volviendo cada vez más rebelde y radical, un estado de ánimo que contradice la conservadora tendencia, atribuida a los que ya peinamos canas, de ser más bien carcas y cascarrabias. Este radicalismo emergente, manifestado en la tercera fase de la vida, me lo planteaba días atrás, justo después de haber escrito en alguna parte la siguiente proclama: “Todo lo que permanece vacío, hay que ocuparlo antes de que lo hagan las ratas o los mercaderes de turno”. De esta guisa tan explícita y directa daba mi apoyo a un colectivo de okupas de la ciudad en la que vivo, donde también deja sentir su voz una activa y reivindicativa plataforma anti-desahucios. 

Mis más de tres décadas de ejercicio de periodismo callejero y mi intensa experiencia en el ámbito de la red civil de la Unesco, probablemente determinaron mi radicalidad y mi actual compromiso con los más desfavorecidos. “¿Cómo se puede ser conformista en la vida delante de las tremendas injusticias que diariamente azotan la humanidad?”, se preguntaba mi amigo (“El Cínico”), quien también va camino de ingresar en la noble cofradía de la tercera fase vital. Detrás de su aparente cinismo, mi amigo es, sobre todo, una persona sensible, incapaz de hacer mal a nadie, pero que no puede soportar, por ejemplo, la lacerante tragedia de los 10.000 niños desaparecidos, hijos de los refugiados  que huyen de la guerra y de la miseria.

Para acabar de adobar tamaña ignominia, las ONGs denunciaban que la UE intenta criminalizar la asistencia humanitaria en Europa y que en los muy civilizados y democráticos países nórdicos están incautando dinero, joyas y objetos de valor a los pobres migrantes. Mientras tanto, aquí, en este rincón del mundo, continuamos huérfanos de un gobierno estable debido a las posturas egoístas e intransigentes, o sea, negativamente radicales, de nuestros politiquillos de tres al cuarto. Y antes de poner punto y final a esta misiva, me permito invitar a todo el mundo a celebrar el carnaval con regocijo y radical desenfreno, tal como lo están haciendo desde hace casi un mes en el ‘entroido’ de mi villa natal, Xinzo de Limia; que este es su verdadero nombre, y no ‘Ginzo’ de Limia, según deslizaron en el programa ‘Saber y ganar’ de la 2 de TVE. Manuel Dobaño (Periodista).También puede leer este artículo en El Prat al Día.

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