lunes, 2 de mayo de 2016

Desde mi periscopio

 Opinión.
Las cosas ahora no son como eran. Antes, cuando abría el buzón de correos de casa, lo hacía con la expectativa de encontrarme con alguna sorpresa agradable, por ejemplo, una carta manuscrita de algún pariente lejano, un amigo, o un antiguo amor. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, en tu casillero postal solo te encuentras facturas, correspondencia bancaria, alguna que otra multa de tráfico, propaganda variada, y encima, por Navidad, apenas te llegan felicitaciones. Además, coincide que, de vez en cuando, la cartera del barrio de la ciudad en la que vivo me endosa efectos postales ajenos que me obliga a retornarlos a la oficina de Correos, donde recientemente formalicé una queja formal. 

Es el peaje de los nuevos tiempos, me advertía mi sabio amigo (“El Cínico”), porque las modernas tecnologías le han dado la vuelta al calcetín y casi todo se canaliza virtualmente, al margen del contacto personal. Desde mi particular periscopio, observo que, efectivamente, todo el mundo deambula por la vida enganchado a su móvil y no lo suelta ni para comer. “Es la droga secreta que el poder ha inventado para mantener domesticado al personal”, me largaba mi amigo. A través de los medios de información, naturalmente digitales, porque los de papel van de capa caída, no paran de informarnos de las nuevas patologías provocadas por el uso abusivo, sobre todo entre los adolescentes, de los diferentes dispositivos móviles.

Desde que utilizo mi periscopio, no paro de observar aspectos de la vida cotidiana que antes me pasaban desapercibidos, como tener la percepción de que a las mujeres se las ve fumar más por la calle que a los hombres. Alguien me contaba que eso podría ser consecuencia de un irreversible proceso de masculinización de las mujeres, mientras que los hombres tienden a feminizarse. Mi particular artilugio, asimismo, me permitía fijarme en cuestiones más banales, tales como comprobar la gran cantidad de fruterías, clínicas dentales y lavanderías que proliferan por todas partes. A mi periscopio, tampoco le pasaba desapercibida la noticia de la temprana muerte de Prince, al parecer, una nueva víctima de la drogadicción.Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.  

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