Opinión.
Las cosas ahora no son
como eran. Antes, cuando abría el buzón de correos de casa, lo hacía con la expectativa
de encontrarme con alguna sorpresa agradable, por ejemplo, una carta manuscrita
de algún pariente lejano, un amigo, o un antiguo amor. Sin embargo, de un
tiempo a esta parte, en tu casillero postal solo te encuentras facturas, correspondencia
bancaria, alguna que otra multa de tráfico, propaganda variada, y encima, por
Navidad, apenas te llegan felicitaciones. Además, coincide que, de vez en
cuando, la cartera del barrio de la ciudad en la que vivo me endosa efectos
postales ajenos que me obliga a retornarlos a la oficina de Correos, donde
recientemente formalicé una queja formal.
Es el peaje de los nuevos
tiempos, me advertía mi sabio amigo (“El Cínico”), porque las modernas
tecnologías le han dado la vuelta al calcetín y casi todo se canaliza
virtualmente, al margen del contacto personal. Desde mi particular periscopio,
observo que, efectivamente, todo el mundo deambula por la vida enganchado a su
móvil y no lo suelta ni para comer. “Es la droga secreta que el poder ha
inventado para mantener domesticado al personal”, me largaba mi amigo. A través
de los medios de información, naturalmente digitales, porque los de papel van
de capa caída, no paran de informarnos de las nuevas patologías provocadas por
el uso abusivo, sobre todo entre los adolescentes, de los diferentes
dispositivos móviles.
Desde que utilizo mi
periscopio, no paro de observar aspectos de la vida cotidiana que antes me
pasaban desapercibidos, como tener la percepción de que a las mujeres se las ve
fumar más por la calle que a los hombres. Alguien me contaba que eso podría ser
consecuencia de un irreversible proceso de masculinización de las mujeres,
mientras que los hombres tienden a feminizarse. Mi particular artilugio, asimismo,
me permitía fijarme en cuestiones más banales, tales como comprobar la gran
cantidad de fruterías, clínicas dentales y lavanderías que proliferan por todas
partes. A mi periscopio, tampoco le pasaba desapercibida la noticia de la
temprana muerte de Prince, al parecer, una nueva víctima de la drogadicción.Manuel Dobaño
(Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.
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