Opinión.
La cotidiana actualidad
acostumbra a depararnos demasiadas malas historias, porque las informaciones
positivas, ‘además de no vender, no son noticia’, tal como alguien me advirtió justo
cuando iniciaba mi apasionante periplo periodístico por la movida senda comarcal
del Baix Llobregat. Realmente, fue una experiencia apasionante haber tenido el
privilegio de contar lo que acontecía a mí alrededor en aquellos convulsos años
de la transición política española. Los compañeros que compartieron conmigo aquella
vivencia, en cierta manera, nos vimos obligados a ejercer un periodismo de guerrilla,
siempre agazapados en busca de la noticia y expuestos a soportar querellas
judiciales y alguna que otra grave amenaza.
Sin embargo, ahora que
estoy alejado de las diarias turbulencias periodísticas, se me acumulan las
buenas sensaciones y, para constatarlo, ahí van unos ejemplos: Tras una larga
convalecencia, mi hermano, Celso abandonaba el Hospital Universitario de
Bellvitge; rodeado de buenos amigos, mi editor, Mariano Martínez presentaba su
poemario ‘Cuando el pan’; la veterana entidad, Amics d’El Prat inauguraba su
nueva sede social; la playa de la ciudad en la que vivo estaba a tope el pasado
domingo (el verano está más cerca) y el Rotary Club me volvía a invitar a una de
sus interesantes cenas-conferencia. Y para rematar mi más inmediata agenda de
compromisos, tengo previsto participar en la Asamblea Nacional de la Asociación Profesional Española
de Informadores de Prensa, Radio, Televisión e Internet (APEI/PRTVI) que tendrá
lugar próximamente en el balneario Vichy Catalán de Caldes de Malavella
(Girona).
Pero, una vez más, era mi
amigo (“El Cínico”) quien me volvía a bajar del globo del buen rollo para
recordarme que “la cosa sigue revuelta”. Y, para ilustrar su casi siempre
negativa visión de la realidad, me recordaba toda una retahíla de noticias que,
por reiteradas, está dando la impresión de que ya casi han dejado de interesar
al personal; como es el caso de la tragedia de los refugiados, que ahogan sus
vidas y sus esperanzas camino de la cada vez menos solidaria Europa (más de mil
muertos en la última semana). También mi amigo está “hasta el mismísimo gorro”
de la que se avecina, o sea, de la campaña electoral del 26-J, en el transcurso
de la cual “los futuros padres de la patria escenificarán en los platós de
televisión la gran subasta de sus falsas promesas”. Manuel Dobaño
(Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.
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