lunes, 6 de junio de 2016

La cosa sigue revuelta

 Opinión.
La cotidiana actualidad acostumbra a depararnos demasiadas malas historias, porque las informaciones positivas, ‘además de no vender, no son noticia’, tal como alguien me advirtió justo cuando iniciaba mi apasionante periplo periodístico por la movida senda comarcal del Baix Llobregat. Realmente, fue una experiencia apasionante haber tenido el privilegio de contar lo que acontecía a mí alrededor en aquellos convulsos años de la transición política española. Los compañeros que compartieron conmigo aquella vivencia, en cierta manera, nos vimos obligados a ejercer un periodismo de guerrilla, siempre agazapados en busca de la noticia y expuestos a soportar querellas judiciales y alguna que otra grave amenaza.   

Sin embargo, ahora que estoy alejado de las diarias turbulencias periodísticas, se me acumulan las buenas sensaciones y, para constatarlo, ahí van unos ejemplos: Tras una larga convalecencia, mi hermano, Celso abandonaba el Hospital Universitario de Bellvitge; rodeado de buenos amigos, mi editor, Mariano Martínez presentaba su poemario ‘Cuando el pan’; la veterana entidad, Amics d’El Prat inauguraba su nueva sede social; la playa de la ciudad en la que vivo estaba a tope el pasado domingo (el verano está más cerca) y el Rotary Club me volvía a invitar a una de sus interesantes cenas-conferencia. Y para rematar mi más inmediata agenda de compromisos, tengo previsto participar en la Asamblea  Nacional de la Asociación Profesional Española de Informadores de Prensa, Radio, Televisión e Internet (APEI/PRTVI) que tendrá lugar próximamente en el balneario Vichy Catalán de Caldes de Malavella (Girona).

Pero, una vez más, era mi amigo (“El Cínico”) quien me volvía a bajar del globo del buen rollo para recordarme que “la cosa sigue revuelta”. Y, para ilustrar su casi siempre negativa visión de la realidad, me recordaba toda una retahíla de noticias que, por reiteradas, está dando la impresión de que ya casi han dejado de interesar al personal; como es el caso de la tragedia de los refugiados, que ahogan sus vidas y sus esperanzas camino de la cada vez menos solidaria Europa (más de mil muertos en la última semana). También mi amigo está “hasta el mismísimo gorro” de la que se avecina, o sea, de la campaña electoral del 26-J, en el transcurso de la cual “los futuros padres de la patria escenificarán en los platós de televisión la gran subasta de sus falsas promesas”.  Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.     

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