lunes, 11 de julio de 2016

Mentiras de destrucción masiva

 Opinión
Me he vuelto a acordar del ex ministro de Defensa, Federico Trillo, en unos momentos en los que el Informe Chilcot ha desenmascarado en Gran Bretaña la gran patraña de la guerra de Irak, bendecida por el tristemente célebre ‘Trío de las Azores’. Todavía resuenan en mis oídos las andanadas que el ministro me lanzó, a babor y estribor, desde su acorazada postura de avalar la gran mentira de que el sátrapa Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva. La entrevista que le hice al ministro para la Agencia Efe (29-01-2003), tuvo lugar en el Centre Cívic  ‘Jardins de la Pau’ de El Prat de Llobregat. “Soy ministro de defensa de la libertad de los españoles”, fue su reacción a tan palmaria contradicción. ¡Toma castaña!
Durante la batería de preguntas que le lancé, todas muy en plan ametralladora, tal como exigía el rango político del entrevistado, Trillo no paró de justificar la postura pro-norteamericana de José Mª Aznar, reafirmando su confianza de que “se sigan realizando las inspecciones pertinentes que permitan la erradicación de las armas de destrucción masiva, en manos del tirano de Bagdad”. Y para acabar de inflar el globo que a Bush, Blair y Aznar le acabó explotando en la cara, Trillo me desveló un secreto militar: “Las armas que guarda Sadam Hussein son capaces de alcanzar, no solo a los iraquíes, sino a los países vecinos, incluso del área del Mediterráneo medio y, además, sepa que su capacidad destructiva pasa por el gas nervioso, el ántrax y misiles de alcance medio”. ¡Manda huevos!  

Antes de descansar armas, Trillo lanzaba el siguiente torpedo verbal: “Si se deja a Sadam Hussein seguir creciendo, su arsenal de armas de destrucción masiva, en poco tiempo, hasta podría poner en peligro, con armas nucleares, más allá del Mediterráneo medio”. Y en medio de tantas mentiras de destrucción masiva, el ministro me aseguraba que todo lo que me estaba contando, “es una realidad que no se puede ignorar, por ello, pido a los medios de comunicación y a los poderes públicos que tengan sentido de la responsabilidad y expliquen lo que realmente está ocurriendo”. Solo le restó despedirse con un vibrante y castrense ¡Viva Honduras!, tal como hizo aquel aciago día que visitaba tierras salvadoreñas. Manuel Dobaño  (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.    

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