lunes, 24 de octubre de 2016

Sobre la realidad y la ficción

 Opinión.
Mientras el otro día me daba un plácido garbeo en bici por los aledaños de la ciudad en la que vivo, no conseguía quitarme de la cabeza lo que acababa de leer en La Región, el centenario periódico de mi tierra ourensana: “Localiza a un hidalgo que atacó hacia 1594 un molino de viento en El Toboso”. Alucinado por semejante titular, leía la letra menuda en la que se informaba que “esta historia real la ha localizado en el Archivo Diocesano de Cuenca el historiador Francisco Javier Escudero, que lleva más de dos años buceando en documentos el rastro de personajes plasmados en el Quijote”. Más adelante se especificaba que había otros episodios, escritos en la obra de Cervantes, que también eran reales. “La historia del Quijote no es inventada, es real”, remarcaba Escudero en otro diario. 

¡Mi gozo en un pozo! Ahora resulta que todas aquellas hermosas andanzas del Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de La Mancha, que me recomendaron leer de chaval, no eran una ficción, sino que estaban inspiradas en la cruda realidad, según el investigador del archivo conquense, que detallaba que el protagonista real que en su día arremetió contra el molino manchego, “lo hizo a media mañana y con testigos”, y que fue juzgado y encarcelado por la Inquisición, porque, además, dañó con su espada una cruz de madera; aunque, finalmente, se libró de la prisión, “pagando 3000 maravedíes de costas”. No se tiene constancia de que, antes de arremeter contra su imaginario enemigo, el aprendiz de ‘desfacedor’ de entuertos soltara aquello de “¡non fuyades, cobardes y viles criaturas…!”

Ahora solo nos falta que aparezca alguien por ahí y diga, por ejemplo, que Shakespeare era un farsante que, además de tener un ‘negro’ que le sacaba las castañas del fuego, también era un copión de la realidad de su tiempo. Serenados los ánimos, y ya de vuelta a casa, me topaba con mi amigo (“El Cínico”) y me contaba la increíble, pero real proeza de la llamada ‘monja de hierro’, la  norteamericana Madonna Buder, de 86 años, considerada la triatleta de más edad del mundo y que, con 75 años, había sido la persona más longeva que conseguía terminar un Ironman. Se lo comentaba a mi hijo Víctor que, asimismo, consiguió terminar esta durísima disciplina deportiva en Hawaii y en otras latitudes geográficas, y no se lo acababa de creer. Y para rematar este breve relato sobre la realidad y la ficción, nada mejor que preguntarse, “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Manuel  Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día  http://www.elprataldia.com/2016/10/sobre-la-realidad-y-la-ficcion.html         

No hay comentarios: