lunes, 7 de noviembre de 2016

A propósito del polémico cambio horario

Opinión.
(Extracto de la sinopsis de mi próximo libro “El Opinador”).
Existe un lugar -allá por el fin del mundo, no muy lejos del polo norte del globo terráqueo-, en el que se puede viajar del hoy al ayer, y viceversa, en unos pocos minutos, tantos como los que se tardaría en recorrer algo menos de cuatro kilómetros de distancia. Tan singular y fascinante enclave geográfico se localiza en medio del estrecho de Bering, un espacio marítimo que separa Alaska del extremo oriental de Asia. Se trata de las rocosas y poco conocidas islas Diómedes (1), una zona que, probablemente, sirvió de paso a los primeros pobladores del continente americano.  

Tras documentarme debidamente, me entero de que la Diómedes Mayor es el punto más al este de Rusia, mientras que la Diómedes Menor es la situada más al oeste de los EE.UU., y que entre ambas islas vecinas hay una fecha de diferencia. En tiempos de la Guerra Fría, se llamó ‘telón de hielo’ a este inhóspito rincón del planeta. Pero lo más sorprendente del caso es que entre las citadas islas no solo pasa la frontera que separa Rusia de EE.UU., sino que también se localiza la línea internacional de cambio de fecha, por cuya razón, desde la Diómedes Menor siempre miran al ‘mañana’ y desde la otra isla al ‘ayer’.  
 
La diferencia horaria oficial entre ambos islotes es de 21 horas, de manera que cuando en el lado ruso son las doce del mediodía, resulta que casi cuatro kilómetros al este son las tres de la tarde del día anterior; si bien en realidad, y como es lógico, la hora solar en esta parte de la Tierra es exactamente la misma. Durante el duro y prolongado invierno, las dos pequeñas islas quedan unidas por el hielo y este trozo de océano se convierte en el único lugar del mundo en el que se puede cruzar de ayer a hoy, o de hoy a mañana, andando, es decir, ¡a pié derecho! El genial escritor y filósofo italiano, Umberto Eco, en su obra, ‘La isla del día de antes’, expresa magistralmente la metafórica existencia de las gélidas Diómedes.

A propósito del polémico cambio horario otoñal, cabe recordar que Galicia viene reclamando desde hace tiempo la misma franja horaria, por ejemplo, de Inglaterra, Portugal, Marruecos y Canarias, sencillamente, porque el sol se pone allí más tarde que en el resto de la península Ibérica. A pesar de estar situada en el extremo occidental de Europa, España mantiene el mismo horario de la Europa central, en contra de lo que determina el meridiano de Greenwich. Sin embargo, todo hace suponer que el nuevo Gobierno, constituido el 3 de noviembre de 2016, tiene el compromiso de corregir el anacronismo.    
  
A finales del pasado siglo, tuve la oportunidad de visitar el famoso barrio londinense que luce el nombre del referido meridiano, situado en la ribera sur del Támesis, en el que se localiza la famosa raya que marca el llamado tiempo universal coordinado que se respeta en Europa occidental. Fue, sin embargo, en la región rusa de los Urales, cerca de Ekaterimburgo, donde tuve la oportunidad de fotografiarme -cual coloso de Rodas-, con un pie en Europa y el otro en Asia. Se cuenta que al régimen franquista, allá por el año 1940, se le ocurrió añadir una hora a los españolitos para así alinearse con los horarios de la Italia fascista y la Alemania nazi. He aquí una evidencia más de la casposilla frase de ‘Spain is different’.Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.

(1) Las islas Diómedes toma el nombre de un mítico héroe aqueo, cantado por Homero en la Ilíada.

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