Opinión.
Manuel Dobaño (Periodista) |
Siempre
que nos toca cruzar el puente de la ‘Inmaculada Constitución’ se suele
plantear la misma cantinela: la actual Carta Magna, que se define como
la ley fundamental del Estado, se ha quedado obsoleta,
está enferma y, por lo tanto, hay que reformarla; o si lo prefieren,
curarla de una puñetera vez. Esta es la conclusión que cada vez más
voces reclaman que se aplique a una Constitución que, en el momento que
se alumbró (1978), “estuvo condicionada por el
miedo a una nueva dictadura”. Y para empezar a despejar incógnitas,
desde fuentes gubernamentales se apresuraban a marcar debidamente el
terreno con la premisa de reformar la Constitución, pero con respecto a
la ley y siempre y cuando haya consenso.
Y,
en medio del fragor independentista catalán, resultaba que unas cinco
mil personas protagonizaban hace días en Sevilla una manifestación
soberanista a favor del derecho a decidir andaluz, portando pancartas
tan contundentes como, “Andalucía soberana” e “Independencia”. Delante
de semejante puzle, “solo faltaría que el virus separatista también
contagie a los extremeños para provocar la ira de los Rodríguez Ibarra,
Monago y Fernández Vara”, tal como sarcásticamente
me dejaba caer mi amigo (“El Cínico”). Y para aguar la fiesta a más de
uno, el lehendakari Iñigo Urkullu no se cortaba un pelo a la hora de
tratar tan delicado asunto: “En un mundo globalizado, la independencia
es prácticamente imposible”.
Mientras
tanto, en Cataluña, los ediles de la CUP animaban a sus
correligionarios a trabajar el 6-D, porque, igual que afirmaron el 12-O,
“el Día de la Constitución española no hay nada que celebrar”.
Para no ser menos, los más moderados de JuntsXSí dejaban caer que el
diálogo que ofrece el Gobierno del PP “solo busca limpiar la fachada”.
Pero el que se llevaba la palma en todo este embrollo patrio, era el
diputado del Congreso por ERC, el inefable Gabriel
Rufián, al que autoproclaman “el político más valorado en Cataluña
y, probablemente, el que despierta más animadversión en el
conjunto del Estado”. Para ‘celebrar’ el 6-D, Rufián se desplazaba a
Londres para impartir la conferencia titulada: “El candado
constitucional”.
“¿Dónde están las llaves?, matarile, rile-rile…”, he aquí la cuestión.También puede leer este artículo en El Prat al Día.
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