lunes, 16 de enero de 2017

Referéndum, la palabra clave del 2007

Opinión.
Estaba yo rumiando días atrás sobre cuál puede ser la palabra clave de este recién estrenado
Manuel Dobaño. Periodista.
2017, cuando, de repente, me empezó a zumbar en los oídos una palabreja, como llegada de ultratumba: ¡referéndum…, referéndum…!, repetía. Recurría a mi viejo diccionario de cabecera (medio olvidado y cubierto de polvo), para documentarme que este término latino significa “someter las leyes al voto popular directo”. O sea, que es lo mismito que acostumbran a hacer, por ejemplo, los suizos, quienes, incluso, se atrevieron a promover un sufragio para poner controles a los salarios de los ejecutivos. Sin embargo, en el resto del mundo occidental, este tipo de consultas se practica con moderación y casi siempre por cuestiones de poca enjundia.    
   
Por lo que respecta a nuestro país, la verdad es que eso de los referéndums tampoco lo  acabamos de ver claro. Particularmente me acuerdo de los que in illo témpore se celebraban para reafirmar la adhesión inquebrantable a aquel gallego bajito que mandaba tanto. Luego, ya en plena democracia, los socialistas promovieron aquella célebre campaña del ‘OTAN, de entrada no’, aunque, al final, el referéndum de 1986 se inclinó por el sí. Y ahora, en Cataluña, la cosa está que arde, ya que se plantea la falsa alternativa del ‘referéndum, o referéndum’. Siempre que me preguntan sobre el proceso soberanista catalán, respondo que una cosa es estar de acuerdo con que se celebre un referéndum pactado, y otra bien distinta, que se intente imponer por las bravas. 

La pregunta que ahora mismo sostienen algunos expertos sobre cuestión tan peliaguda, es la siguiente: ¿qué significado tienen los movimientos independentistas en el contexto de un mundo cada vez más globalizado? Mi inefable amigo (“El Cínico”) me recordaba que, al margen de los intentos segregacionistas de Escocia, Canadá y Bélgica, entre otros, recientemente, el TC alemán ha negado a Baviera la celebración de un referéndum independentista. También los separatistas de California, se han atrevido a abrir una embajada en Moscú, me aseguraba mi amigo. No tengo noticias de que mis paisanos de ‘O Couto Mixto’ (enclave fronterizo galaico-portugués, en el que nació mi abuelo paterno), quieran solicitar un referéndum para recuperar los privilegios que disfrutaron hace siglos. También puede leer este artículo en El Prat al Día.

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